miércoles, 21 de enero de 2009

Semblanzas...por Miguel Deboer

Mañana se cumplen 31 años del secuestro y desaparición del “Negro” Raúl Trigo, con quien tuve la suerte de compartir parte de mi infancia y adolescencia en Comodoro (mas precisamente en barrio General Mosconi - KM 3 - y nuestros primeros años de estudio en Córdoba, que lo fueron también de luchas y sueños.

Aunque al momento del golpe hacia bastante tiempo que ya no nos veíamos, siempre mantuve con Raúl una relación de afecto, respeto y compañerismo que nunca dejaré de añorar.

Es un lugar común hablar bien de los que ya no están, en una suerte de homenaje a su memoria destacando sus virtudes, valores, aptitudes, minimizando imperfecciones que menoscaben su recuerdo.

No el caso del “Negro” Trigo, créanme. Fue, les aseguro, lo que se dice un flor de tipo. De esos que nunca abundaron y que pareciera que cada vez quedan menos.

La Semblanza es de la que fue su compañera, Raquel Sosa, radicada en Córdoba

Me cuenta que el autor del dibujo es Rocco, un peruano que fue compañero de estudios de Raúl en la facultad de Arquitectura , con quien se encontró hace muy poco tiempo de una manera fortuita. Varios dibujos similares serán usados para un libro que reconstruye la vida de los desaparecidos dicha facultad.

Miguel Angel de Boer

Comodoro Rivadavia, Chubut

Semblanza de Raúl Horacio Trigo

Compañero, no salgas ahora

presiento algo raro y hostil en la acera,

la invadieron aullando los lobos,

no salgas hermano, la calle está llena.

Evaristo Carriego

30 de enero de 1948. En la India es asesinado el Mahatma Gandhi. En el Hospital del Campamento de YPF, en Cañadón Perdido, a 30 km. de Comodoro Rivadavia, Chubut, nace Raúl Horacio Trigo. Dos seres, dos vidas, lejanos geográficamente pero hermanados por las luces y sombras del Siglo XX. Las luces de la aguda conciencia de clase y la lucha por mejorar las condiciones de vida de la clase obrera y los pobres, de las ideas revolucionarias de la no violencia para cambiar ese estado de cosas y las sombras de la intolerancia política y “la solución final” para opositores.

Raúl, hijo de Don José Trigo, un catamarqueño obrero en los pozos petroleros de YPF y de Doña Anita Barrera, riojana, ama de casa y mamá de siete hijos, nació y se crió en el Campamento de YPF, en la casa que proveía la empresa. Se educó en el seno de esa familia en la que todas las actividades giraban alrededor de la escuela. Todas las semanas, el papá compraba la Revista Billiken y los menores se sentaban alrededor de la hermana mayor, Angélica, que les leía. Ellos preguntaban, comentaban y armaban. Él siempre se destacó porque dibujaba muy bien, ya lo hacía antes de ir a la escuela. Hacía cosas muy creativas, autitos y pistolitas de madera a las que le hacía todos los detalles. Su familia recuerda algunos dibujos, especialmente un autorretrato, él parado detrás de una mesa, con muy buena perspectiva, y otro, de un cordero en el asador, en la cruz, con el detalle de los leños bien acomodados y el fuego. Su hermano José lo admiraba porque dibujaba con ambas manos.

Por supuesto, eran épocas en que los niños salían de excursión al campo, él hacía las gomeras, y cazaban pajaritos, lagartos, ranas. Los domingos se pasaban toda la tarde en el cine y después, jugaban al fútbol.

Era bastante callado, hablaba poco y lo preciso. Cuando iba al secundario descubrió a The Beatles y empezó a comprar sus discos. Leía mucho, siempre tenía libros que iba renovando. En esa época también empezó a leer la Revista Primera Plana y la compraba siempre porque salía “El Diario del Che” en capítulos. Figuró en el Cuadro de Honor de su escuela, pero él criticaba esas cosas.

Cuando terminó el secundario trabajó un par de años en el Ministerio de Obras Públicas en Comodoro Rivadavia para juntar dinero para irse a Córdoba a estudiar. Participó, como dibujante, en la construcción de la Escuela 105 de esa ciudad.

Ya, a fines de 1969, se inscribe en la FAU, para comenzar el Ciclo Lectivo de 1970. Años del Taller Total. Rocco, un compañero de 1er. Año compartió con él no sólo las clases, sino también el colectivo gratis que recogía a los alumnos en la Plaza Vélez Sársfield y los llevaba al Comedor Universitario, y los memorables almuerzos, llenos de la efervescencia política de la época. Lo recuerda por lo silencio, austero, lo incisivo de sus opiniones y su fino humor. También, en su memoria, lo vuelve a ver yendo a la Facultad con un rollito con sus dibujos, los Trabajos Prácticos, perfectos, mientras que el resto llegaba cargado con sus enormes reglas T y carpetas y láminas enormes.

En marzo de 1971, durante los incidentes del “Viborazo”, allanan su casa, en la que vivía con tres compañeros que como él, militaban en la Federación Juvenil Comunista, los detienen y pasan once meses detenidos en sucesivos Penales, General Roca, Neuquén, Rawson. Los liberan en febrero de 1972, y él vuelve a Córdoba, afianzado ideológicamente. La experiencia de la detención, el compartir todos esos meses con presos políticos de todas las tendencias, lo enriqueció y fortaleció en sus ideales.

Vuelve a la Facultad, vendía libros para costearse sus estudios y luego ingresa como dibujante en un Estudio de Arquitectura. Continúa su militancia en la Universidad. Se enamora y se casa con Raquel, en octubre de 1975. Con ella compartía las lecturas, eran épocas de la Revista “Crisis”, del Diario “La Opinión”, la música de Los Beatles, Víctor Jara, Daniel Viglietti, los Quilapayún, el Uña Ramos, El Tata Cedrón, Los Trovadores, Víctor Heredia, la Negra Sosa. Amaban el buen cine, el arte, pasear por las calles y paseos de Córdoba y el dulce de leche. Y por supuesto, codo a codo con los quehaceres domésticos, porque “eso era ser un verdadero revolucionario en la pareja.”

Cursaba Quinto Año y los planes eran regresar a la Patagonia cuando egresara, soñaba con construir de determinada manera para paliar los efectos del viento.

Marzo de 1976, Golpe de Estado. Madrugada del 23 de junio, estaba en su hogar, junto a su esposa, y en medio de un terrible operativo de fuerzas conjuntas del ejército y la policía, lo llevan detenido. Desde ese primer momento la búsqueda fue incesante y vana. En el mes de Septiembre se supo que estaba secuestrado en La Perla. Después, el silencio definitivo.

Un sobreviviente del Campo de exterminio La Perla, lo recuerda especialmente porque hablaba de sus sueños como arquitecto para aplicar en su Comodoro natal.

Le decíamos “el Negro Trigo”…Sólo nos queda la memoria, el recordar, del verbo “ricordis”, volver a pasar por el corazón.

Raquel Sosa