jueves, 16 de abril de 2009

Texto de Dora Rud

Texto de Dora Rud

Negro Trigo

Mientras escucho Oblivión, Piazzola acompañando esta emoción de recordar al Negro, leo lo que escribió Mabel Pramparo en el blog, me encanta, me acerca, y suscribo cada una de sus palabras. En lo que se refiere a la serenidad, la timidez, el humor, la calidez, agrego la humildad del Negro.

Año 71, yo estaba empezando la carrera de arquitectura, un caótico 1er año de ingreso tenía 18 años y deseaba hacer mi militancia en el sector universitario de la fede, (la federación juvenil comunista) salíamos a hacer pintadas y volanteadas por la libertad de los compañeros presos Trigo, Zabalegui, Magran, Silberman. También había otras pintadas en la ciudad quizás de la Fuc (que me parece también incluían a Pilcik). No conocía ni por foto a esos muchachos universitarios, pero para mi eran héroes que habían caído presos, víctimas de la represión de la dictadura por defender la dignidad y los intereses de todos, estudiantes y sectores populares. En la Facultad el Taller Total.

En el verano del año 1972, uno de esos muchachos que había salido de la cárcel necesitaba un lugar para estar en Córdoba hasta que pudiera acomodarse. En mi casa había lugar, total mis viejos estaban en Cabalango, y siempre había sido una casa con visitas, ya vería como reaccionaba mi hermano y mis viejos.

No recuerdo cuánto fue el tiempo estuvo El Negro viviendo en casa. Estaban en casa mi hermano, Cacho Rud, que cantaba en el grupo de música Elegía y de canto popular de Córdoba y su novia de entonces, Rosette, la francesa que aparecía en canal 10 con un piloto en los videos de Ezchoyez con el clima.

Si recuerdo que fue muy llevadero el reparto de tareas, cómo disfrutaba el Negro los “ratatouille” de la Rossete, como hicieron migas entre ellos, también con Ruben que era mi novio, y como fue naciendo una entrañable amistad. La duda era qué iba a pasar cuando volvieran mis viejos y encontraran a este muchacho en casa.

Ocurrió que mi viejo (Juancito Rud, el de la Farmacia del Mercado) encontró en el Negro un socio para charlar y ver la tuerca y a Olmedo (seguramente “yeneral” Gonzales etc ) a la noche en la tele. Recordarlos juntos es recordar el sonido de la risa, las carcajadas abiertas de los dos. A veces se sumaba Ruben y entre los tres se potenciaban hasta que las lágrimas le caían al Negro de tanto reir. Se sacaba el anteojo y se secaba el ojo y los anteojos húmedos mientras seguían riéndose.

Digamos que todos queríamos que encontrara su lugar, pero nadie quería que El Negro se fuera pronto. Así lo conocí.

Mientras tanto en la Facultad yo tenía una compañera, Susana Almirón, de San Francisco, que vivía en una casa de la Cañada, alli conoci a La Chirola, la dueña y las otras chicas de afuera que vivían y estudiaban en Córdoba, también a Raquel, a la flaca, Adriana, Mabel, Norma. Yo iba a esa casa por cuestiones de la facultad y el Negro también. Me parece que también Elena estudiante de arquitectura, mendocina que novió con El Negro, vivó un tiempo allí antes de irse de Córdoba.

Allí que se conocieron con Raquel y se enamoraron. La felicidad parecía nueva, increíble, Raquel un cascabel, El Negro reflexionando, hablaba lo necesario, sonreia con la mirada ambos apasionados.

En el verano del 75, Ruben y yo fuimos con Raquel y El Negro a Comodoro Rivadavia de vacaciones, conocimos a la familia del Negro, Anita, la mamá, los hermanos Jose, Hugo, Bartolo; (Angélica no estaba en esos días) , y ellos conocieron a Raquel personalmente, conocimos la tan mentada Comodoro, que tanto también nos hizo querer , el viento, las conservas de caracoles y otros bichos que preparaba Norma, los pozos de petróleo de YPF, la ciudad no planificada para ese clima. Hicimos planes para ir, en otro viaje, al Rio Senguer un lugar también amado por El Negro.

El casamiento

Recuerdo que viajamos con Ruben ese dia de Octubre del 75 desde Córdoba para ir al casamiento civil en Las Varillas, creo fue la primera vez que ví al Negro con traje, estaba emocionado, tan feliz y Raquel radiante , producida , relinda, y con el vestido de fondo oscuro con florcitas que le había hecho mi mamá –Rosita- . Tal como lo describe Mabel, fue un momento de gran alegría para ellos y para nosotros también. Luego fuimos al almuerzo, arroz a la provenzal y pollo, todo casero obviamente, preparado por madres, amigas y tías, tal como eran nuestras fiestas de casamiento en esos tiempos.

Veo en las fotos a la flaca, a Mabel, a la tía Chirola, su esposo y la Delia , mamá de Raquel , al amigo del Negro, me parece que se llama Alfredo, a Ronald Pereyra un compañero de la facultad. Revivo la alegría de esa mañana , viendo estas fotos con la congoja enorme acumulada en estos 33 años de ausencia del Negro.

Hace poquito en Cabalando Raquel me recordó que la breve luna de miel fue alli , en la casita de mis viejos, invadida el domingo por los que llegaban de Córdoba, incluyendo los vecinos y que la Giacomina Minoldo les gritaba : - Viva los novios!

Para Agustin y Raquel

Por último agradezco a Agustin y a Raquel por darnos la oportunidad de recordar entre todos, sumando un granito para el homenaje al Negro. Estos pequeños recuerdos de momentos de la vida del Negro son también parte de mi vida e incluyen a mis seres queridos que tampoco están. Rescatar estos recuerdos es revivir esos momentos que en buena hora fueron vividos y están guardados en el corazón. Gracias

Dora Rud

9 de abril de 2009

lunes, 6 de abril de 2009

Recuerdos de Mabel Pramparo

El Negro Trigo…..

Lo conocí en la pensión de La Chirola, tía de Raquel… quien cobijaba en su gran departamento enfrente de la Cañada… a las chicas que venían a estudiar a Córdoba capital. Por supuesto Raquel, que era de Las Varillas… vivía en la casa de su tía… y yo,. que no conocía a nadie… no sé cómo, fui a parar al mismo lugar… Viajaba desde Río Cuarto una vez por semana… y dormía allí, una noche… Esto durante tres años… y a pesar de estar muy poco tiempo en la ciudad… me hice muy amiga de Raquel… siempre tan cálida, sociable, y dispuesta para el diálogo… Y allí es donde conocí al Negro… su novio… su amor… Era una pareja hermosa… totalmente afín en su ideología…y en su común mirada ante la vida… Raquel, alegre y con la risa pronta… y el Negro… serio, pero con sentido del humor… reposado y pensante… Ambos se complementaban perfectamente… Yo estudiaba en la Escuela de Artes de la Universidad… y como siempre he observado con atención los cuerpo y particularmente los rostros… me fascinaba el del Negro… sobre todo su perfil… sentía que estaba ante un autentico representante de nuestros primitivos pobladores… con esa quietud inmóvil… inalterable … y seria que tienen nuestros indios… y le decía; - “ Negro… sólo te falta la pluma… “ y él se reía.

Siento una profunda tristeza en este momento al recordarlo… porque era un tipo básicamente dulce… algo poco frecuente en los hombres.

Estuve en el casamiento de ambos que se realizó en Las Varillas… se respirada la felicidad que los unía… y la de todos nosotros.

Por cuestiones económicas – después del “Rodrigazo” – tuve que dejar de estudiar en Córdoba… tampoco pude conseguir trabajo allí… así que decidí mudarme a Buenos Aires, donde todavía resido. Lo hice poco después del funesto 24 de Marzo… presagiando inmediatamente que este iba ser un golpe mucho más sangriento que los precedentes… pero jamás tan atroz como fue.

Nunca más volví ver al querido Negro. Cuando Raquel me contó lo sucedido… todos albergábamos todavía la esperanza de su vuelta, sano y salvo. La espera fue en vano y la desesperación grande… como la de tantos argentinos… ante tamaña monstruosidad desplegada.

Creo que lo único que dejamos en esta vida… es lo que damos… y El Negro… nos ha dejado toda su calidez, su afecto sereno y su ejemplo como hombre jugado por sus ideales.

Mabel Pramparo

miércoles, 21 de enero de 2009

Semblanzas...por Miguel Deboer

Mañana se cumplen 31 años del secuestro y desaparición del “Negro” Raúl Trigo, con quien tuve la suerte de compartir parte de mi infancia y adolescencia en Comodoro (mas precisamente en barrio General Mosconi - KM 3 - y nuestros primeros años de estudio en Córdoba, que lo fueron también de luchas y sueños.

Aunque al momento del golpe hacia bastante tiempo que ya no nos veíamos, siempre mantuve con Raúl una relación de afecto, respeto y compañerismo que nunca dejaré de añorar.

Es un lugar común hablar bien de los que ya no están, en una suerte de homenaje a su memoria destacando sus virtudes, valores, aptitudes, minimizando imperfecciones que menoscaben su recuerdo.

No el caso del “Negro” Trigo, créanme. Fue, les aseguro, lo que se dice un flor de tipo. De esos que nunca abundaron y que pareciera que cada vez quedan menos.

La Semblanza es de la que fue su compañera, Raquel Sosa, radicada en Córdoba

Me cuenta que el autor del dibujo es Rocco, un peruano que fue compañero de estudios de Raúl en la facultad de Arquitectura , con quien se encontró hace muy poco tiempo de una manera fortuita. Varios dibujos similares serán usados para un libro que reconstruye la vida de los desaparecidos dicha facultad.

Miguel Angel de Boer

Comodoro Rivadavia, Chubut

Semblanza de Raúl Horacio Trigo

Compañero, no salgas ahora

presiento algo raro y hostil en la acera,

la invadieron aullando los lobos,

no salgas hermano, la calle está llena.

Evaristo Carriego

30 de enero de 1948. En la India es asesinado el Mahatma Gandhi. En el Hospital del Campamento de YPF, en Cañadón Perdido, a 30 km. de Comodoro Rivadavia, Chubut, nace Raúl Horacio Trigo. Dos seres, dos vidas, lejanos geográficamente pero hermanados por las luces y sombras del Siglo XX. Las luces de la aguda conciencia de clase y la lucha por mejorar las condiciones de vida de la clase obrera y los pobres, de las ideas revolucionarias de la no violencia para cambiar ese estado de cosas y las sombras de la intolerancia política y “la solución final” para opositores.

Raúl, hijo de Don José Trigo, un catamarqueño obrero en los pozos petroleros de YPF y de Doña Anita Barrera, riojana, ama de casa y mamá de siete hijos, nació y se crió en el Campamento de YPF, en la casa que proveía la empresa. Se educó en el seno de esa familia en la que todas las actividades giraban alrededor de la escuela. Todas las semanas, el papá compraba la Revista Billiken y los menores se sentaban alrededor de la hermana mayor, Angélica, que les leía. Ellos preguntaban, comentaban y armaban. Él siempre se destacó porque dibujaba muy bien, ya lo hacía antes de ir a la escuela. Hacía cosas muy creativas, autitos y pistolitas de madera a las que le hacía todos los detalles. Su familia recuerda algunos dibujos, especialmente un autorretrato, él parado detrás de una mesa, con muy buena perspectiva, y otro, de un cordero en el asador, en la cruz, con el detalle de los leños bien acomodados y el fuego. Su hermano José lo admiraba porque dibujaba con ambas manos.

Por supuesto, eran épocas en que los niños salían de excursión al campo, él hacía las gomeras, y cazaban pajaritos, lagartos, ranas. Los domingos se pasaban toda la tarde en el cine y después, jugaban al fútbol.

Era bastante callado, hablaba poco y lo preciso. Cuando iba al secundario descubrió a The Beatles y empezó a comprar sus discos. Leía mucho, siempre tenía libros que iba renovando. En esa época también empezó a leer la Revista Primera Plana y la compraba siempre porque salía “El Diario del Che” en capítulos. Figuró en el Cuadro de Honor de su escuela, pero él criticaba esas cosas.

Cuando terminó el secundario trabajó un par de años en el Ministerio de Obras Públicas en Comodoro Rivadavia para juntar dinero para irse a Córdoba a estudiar. Participó, como dibujante, en la construcción de la Escuela 105 de esa ciudad.

Ya, a fines de 1969, se inscribe en la FAU, para comenzar el Ciclo Lectivo de 1970. Años del Taller Total. Rocco, un compañero de 1er. Año compartió con él no sólo las clases, sino también el colectivo gratis que recogía a los alumnos en la Plaza Vélez Sársfield y los llevaba al Comedor Universitario, y los memorables almuerzos, llenos de la efervescencia política de la época. Lo recuerda por lo silencio, austero, lo incisivo de sus opiniones y su fino humor. También, en su memoria, lo vuelve a ver yendo a la Facultad con un rollito con sus dibujos, los Trabajos Prácticos, perfectos, mientras que el resto llegaba cargado con sus enormes reglas T y carpetas y láminas enormes.

En marzo de 1971, durante los incidentes del “Viborazo”, allanan su casa, en la que vivía con tres compañeros que como él, militaban en la Federación Juvenil Comunista, los detienen y pasan once meses detenidos en sucesivos Penales, General Roca, Neuquén, Rawson. Los liberan en febrero de 1972, y él vuelve a Córdoba, afianzado ideológicamente. La experiencia de la detención, el compartir todos esos meses con presos políticos de todas las tendencias, lo enriqueció y fortaleció en sus ideales.

Vuelve a la Facultad, vendía libros para costearse sus estudios y luego ingresa como dibujante en un Estudio de Arquitectura. Continúa su militancia en la Universidad. Se enamora y se casa con Raquel, en octubre de 1975. Con ella compartía las lecturas, eran épocas de la Revista “Crisis”, del Diario “La Opinión”, la música de Los Beatles, Víctor Jara, Daniel Viglietti, los Quilapayún, el Uña Ramos, El Tata Cedrón, Los Trovadores, Víctor Heredia, la Negra Sosa. Amaban el buen cine, el arte, pasear por las calles y paseos de Córdoba y el dulce de leche. Y por supuesto, codo a codo con los quehaceres domésticos, porque “eso era ser un verdadero revolucionario en la pareja.”

Cursaba Quinto Año y los planes eran regresar a la Patagonia cuando egresara, soñaba con construir de determinada manera para paliar los efectos del viento.

Marzo de 1976, Golpe de Estado. Madrugada del 23 de junio, estaba en su hogar, junto a su esposa, y en medio de un terrible operativo de fuerzas conjuntas del ejército y la policía, lo llevan detenido. Desde ese primer momento la búsqueda fue incesante y vana. En el mes de Septiembre se supo que estaba secuestrado en La Perla. Después, el silencio definitivo.

Un sobreviviente del Campo de exterminio La Perla, lo recuerda especialmente porque hablaba de sus sueños como arquitecto para aplicar en su Comodoro natal.

Le decíamos “el Negro Trigo”…Sólo nos queda la memoria, el recordar, del verbo “ricordis”, volver a pasar por el corazón.

Raquel Sosa